Dirigir una empresa siempre presenta riesgos y oportunidades. En especial, y antes que nada, la de crecer como persona con todas las implicancias y las responsabilidades que existen en el día a día. Ni hablar de la de llevar el barco de la compañía a buen puerto, con toda la tripulación a salvo y buscando el bien común, la evolución y la mejora permanente.
La verdad es que cuando me pongo a pensar en todas las variables, desde las mínimas hasta las más complejas, me paralizo un poco. Son tantas las cosas a tener en cuenta que a veces hasta parece un guión mágico que simplemente dejo fluir. No intento controlar nada, tan sólo guiar y acompañar a un grupo de personas y variables, en entornos cambiantes tan llenos de oportunidades como de problemas y crisis, buenos y malos momentos… pero sobre todo, atrapantes instantes que no me dejan arrepentirme nunca de los zapatos que llevo. Los que trabajamos en puestos de dirección, en muchas ocasiones sentimos esto como algo muy en nuestro interior y que únicamente vemos nosotros.
Al recibir la novedad de que estas nominado para recibir un premio, lo primero que te hace pensar es: «que bueno que alguien reconozca nuestro esfuerzo». Esfuerzo que, junto al de otras personas y empresas, intentan hacer un mundo mejor donde vivir. Es por esto, que haber sido nominado para el premio al Empresario del Año, me regala un momento de triunfo en esta lucha permanente de seguir creciendo. Como esa sensación de cuando uno cumple los 18 años, paso de emprendedor a empresario, pero la llama de aprender y preguntar siempre siguen vivas, más fuerte que nunca.
Ojalá podamos llevar este galardón a la vitrina de premios que junto a la Bandera Argentina, decoran nuestra sala de reuniones. A propósito… aquellos que quieran votar, ya se encuentra abierta la votación aquí aunque únicamente para suscriptores de Punto Biz.
Pienso exactamente como Vos Guillermo, y felicitaciones porque lo importante es competir !! (es un deseo light porque en realidad lo lindo es GANAR !!! jejeje).
Saludos
Marcos