El adiós al creador del correo electrónico, un servicio inmortal

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El informático estadounidense Ray Tomlinson envío el primer email de la historia en el año 1971. A más de cuarenta años de aquel hito, la herramienta mantiene su planea vigencia en un sector regido por una actualización vertiginosa.

El sábado 5 de marzo de 2016 falleció Ray Tomlinson, el hombre que en 1971 envió el primer correo electrónico de la historia (de una red a otra, aclaración importante tal como veremos luego). Aunque su nombre no tiene la fama que sí gozan otras figuras del sector tecnológico, como Bill Gates, Steve Jobs o Mark Zuckerberg; Tomlinson puede ser considerado con justicia una estrella del universo online.

De hecho, desde 2012 su apellido aparece en el Salón de la Fama de Internet, un premio entregado por la Internet Society que reconoce a las personas que contribuyeron en forma significativa al desarrollo y evolución de esta plataforma que alteró drásticamente nuestra vida. Junto a Tomlinson aparecen otros como Vinton Cerf, uno de los padres de Internet, y Linus Torvalds, el hombre detrás del desarrollo de Linux.

Aquel acontecimiento mítico ejecutado por el programador estadounidense fue emprendido desde la cuenta tomlinson@bbn-tenexa de la red Arpanet, el antecedente directo de Internet. Por entonces, Ray trabajaba en la compañía de investigación Bolt, Beranek y Newman, de allí las siglas en su dirección de correo electrónico, gran impulsora de aquella red.

Sobre este ítem, vale detenerse brevemente en el símbolo que hoy asociamos a plataformas como Twitter o Instagram, aunque la mayoría de nosotros hemos conocido gracias a la difusión del email: hablamos de la arroba.

Aquella letra “a” abrazada por un trazo circular data del siglo XVI, utilizada por comerciantes de Europa y Oriente Medio como una medida de peso. Representó la cuarta parte de una medida, el quintal. Con el paso de los años, y por cortesía de su uso en las transacciones comerciales, la arroba llegó a las primeras máquinas de escribir y más tarde a los teclados de las computadoras.

El 21 de junio de 1971, el símbolo tuvo su día de suerte: la invención de Tomlinson catapultó a la arroba a la fama y aseguró su permanencia en los keyboards. Siendo que no tenía un uso determinado, el ingeniero decidió utilizarla para intermediar entre el nombre de usuario y el del servidor, siguiendo el esquema que se mantiene hasta la actualidad: nombre-de-usuario@nombre-del-servidor.

En este terreno resulta interesante repasar una entrada publicada por Wired en 2012, cuando el Salón de la Fama de Internet reconocía a Tomlinson, en la cual se echa luz sobre la creación del correo electrónico. Según se advierte allí, Tomlinson es, en rigor, el gran responsable del uso de la arroba en las direcciones de email, aunque esta herramienta es también resultado de trabajo preexistentes emprendidos por otros especialistas informáticos.

De hecho, Wired habla de Tom Van Vleck, que había desarrollado en los comienzos de la década del 60′ un comando denominado “mail” el cual permitía enviar mensajes electrónicos en una computadora del MIT a la que se podía acceder en forma remota. El gran paso del año 1971 fue el envío de correos electrónicos entre distintas redes, por ello la aclaración al inicio de este repaso: que el email de Tomlinson fue de una red a otra red.

¿Podemos saber qué comunicó Tomlinson en aquel mítico email, pionero entre los suyos? Hay malas noticias para los curiosos de la historia informática: a diferencia de los primeros días de la red social Twitter (se sabe que su fundador escribió “acabo de crear mi Twitter” en su primer tuit), no sabemos cuál fue el contenido del correo que envió Tomlinson. Según cuenta BBC Mundo, este hombre nacido el 2 de octubre de 1941 dijo en una entrevista que no puede recordar qué escribió en él, calificándolo de “completamente olvidable”.

Otro reconocimiento a Tomlinson tuvo lugar hacia el año 2009, cuando fue galardonado con el Premio Príncipe de Asturias a la investigación científica y técnica. Según el jurado del certamen, el trabajo de este ingeniero estadounidense se encuentra entre las más grandes innovaciones tecnológicas de nuestro tiempo.

Y hay razones para afirmarlo. El correo electrónico se mantiene vigente a más de cuarenta años de su nacimiento, esto en un sector regido por la vorágine y la más pura actualización. Además, lo ha hecho ante el surgimiento, desarrollo y éxito de plataformas que vaticinaban su desaparición de escena.

¿Por qué seguimos utilizando el email en los tiempos de las redes sociales y los mensajeros móviles? ¿En qué radica la vigencia de esta herramienta que parece inmortal? Más allá de las respuestas que podamos aventurar, lo cierto es que en los días de Facebook y Twitter, hoy seguimos escribiendo y recibiendo email de un modo muy similar a como lo hacíamos cuando la Web ensayaba sus primeros pasos.

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